Todos tenemos temores o pesadillas sobre lastimarnos o perder alguno de nuestros sentidos, siempre pensando con horror sobre la posibilidad de quedarnos
ciegos, o no volver a caminar. O quizá perder una mano. Pero estoy seguro que muy pocos han pensando en la posibilidad de perder su voz.
Yo era uno de ellos... Hasta que me pasó.
Me debería dar "orgullo" decir que me lastimé "por profesional". La realidad es que, honestamente, no hay nada de heroico ni profesional en descuidarte y dejar que tu salud pase a último término. Así que realmente me lastimé por pendejo. Por descuidado. Por confiado.
¿Cómo Ocurrió?
Gran parte de mi trabajo desde el año 2000 consiste en dar charlas técnicas -llamadas “clínicas”- sobre audio, producción musical, grabación y mezcla de
sonido en vivo. Mi trabajo durante más de 23 años ha consistido básicamente en viajar por todos los países de América Latina dando conferencias en universidades sobre producción musical,
audio, sonido en vivo y tecnología musica. También visito tiendas de música y capacito personal de ventas sobre los productos que represento por mi trabajo y hago estas "clínicas" a público
general, porque es la forma más interactiva y entretenida de enamorar a la gente sobre los equipos y software que represento. Haciendo esto con verdadera pasión y devoción es que me he
ganado un sitio en la industria.
Justo haciendo una gira más de las literalmente miles que he hecho, sobre cómo mezclar sonido en vivo, y ¿qué mejor que demostrar esto, sino mezclando en vivo a una banda de rock mientras yo
le mostraba a la audiencia lo que iba haciendo, gritando, alzando la voz por sobre el volumen de una banda tocando a pleno? y eso que parecía la mejor forma de hacer esa gira en particular y
que estaba teniendo bastante éxito, justo a la mitad, combinando un sobre esfuerzo al alzar la voz por horas y muchos días seguidos, sumándole una noche muy fría en Quito, fueron la receta
perfecta para que, un 7 de Mayo del 2017, mi voz desapareciera. Al día siguiente, que viajé al cálido clima de Guayaquil, fue una tortura hablar para mi, y entenderme, para los demás.
Había comenzado un calvario que me ha costado ya muchos años superar.
Uno cree que es el "Hombre de acero" o un joven eterno y estúpidamente simplemente tomé alguna medicación sin receta para desinflamar lo que según yo era solo "desgaste" y continué... otras SEIS semanas.
Para cuando volví a casa a fines de Junio 2017, mi voz era ya solo un doloroso susurro.
Acudí con un par de renombrados Otorrinolaringólogos de la ciudad. Ambos necesitaban “ver” dentro de mi garganta, así que fui a hacerme una "Fibronasolaringoscopía" -o sea que te metan cámaras por la nariz para poder ver tus cuerdas vocales de cerca-. Tuvieron que hacerlo dos veces para ver distintas cosas. Por un lado, nos aseguramos que no tuviera cáncer - ¡por fortuna! -, o nódulos o pólipos o algo raro. "Únicamente" se podía percibir una inflamación brutal del lado izquierdo de la laringe y un desgarre que provocaba que las cuerdas vocales estuvieran encimadas, cruzadas, de manera antinatural, lo cual me impedía modular mi voz.
Sin embargo, para empeorar las cosas, cuando me hicieron el segundo estudio, las mangueras de las cámaras al pasar a través de toda esa inflamación, me produjeron desgarres que empeoraron la situación y hasta provocaron una infección.
¿Resultado? No tuve nada de voz, ni siquiera para decir "hola" a mi hijo en casa o que me entendieran cuando quería comprar algo en el supermercado o mucho menos enviar un mensaje de voz por WhatsApp.
Quedé, en efecto, Mudo. Era una situación irreal. Un mal sueño.
Como hombre, mi voz ha sido uno de mis mejores atributos. Platicando con una amiga psicóloga, y con mucho respeto y guardando las distancias respectivas, la pérdida de mi voz, mi identidad como hombre -y según yo uno de mis mejores atractivos- es equivalente a cuando a una mujer se le extraen las mamas por amenaza de cáncer. Es, al final un duelo, una pérdida, pero que afecta más a uno interiormente, que ante el exterior. Y uno debe entender que tu valor va más allá de lo que perdiste y que por encima de todo, está tu salud.
Aunque nunca he vivido al 100% de la música, ni cuando era joven, he hecho muchas cosas a nivel profesional donde también, uno de mis mejores atributos como músico, era que no solo toco varios instrumentos, sino que también sabía hacer coros o incluso ser la voz principal de alguna agrupación.
Piensen un momento en ello: eres músico, te dedicas a las ventas y a dar conferencias, talleres y demostraciones de productos de audio... ¡y de repente no tienes voz!
El paso inmediato era, obviamente, quedar desempleado al quedar inhabilitado para trabajar. Una visión pavorosa, sin esperanzas de una recuperación pronta o siquiera efectiva.
Después de ir con dos médicos locales y una foniatra, encontré que sus opiniones fueron nefastamente muy similares: todos me sugerían tomar dosis masivas, tóxicas, de antiinflamatorios esteroideos -corticoides-, que si bien por un lado son capaces de aliviar los dolores de gente con cáncer o enfermedades terminales, por otro lado, se te acumulan en el cuerpo; el exceso de corticoides puede dañar tu páncreas, hígado, riñones y provocarte cáncer, insuficiencia, intoxicación o incluso diabetes. Es Increíble que era ya el año 2017 y aún no existía -y sigue sin existir- un medicamento antiinflamatorio enfocado en la laringe. Para la parte superior, la garganta, abundan. Pero para más abajo, no hay nada, mas que corticoides -cortisona- de uso general.
Comentario nerd: lo que me habían recetado era “una inyección de Dexametasona diaria”, por dos o tres meses. La Dexametasona es lo que recetaban como uno de los medicamentos más eficaces para atacar los síntomas del COVID-19, evitando que se te inflamen los pulmones. Así de fuerte es.
Simple y sencillamente no quise hacerlo. No quería recuperar mi voz a costa de dañarme el resto de mi envejecido y obeso cuerpecito con tan fuerte medicación.
¿Entonces qué opciones tenía?
Bueno, lo primero que tuve que superar fue la horrible depresión que esto me provocaba. Jamás había estado tan deprimido en mi vida y la mejor manera de describirlo es:
Despertaba y abría mis ojos. Acto seguido, por masoquismo, intentaba decir alguna palabra ahi, solo en mi cama: "buenos días", "hola", lo que sea. Y entonces me golpeaba la realidad: mi voz no existía. No podía llamar a mi hijo, gritar por ayuda o llamar por teléfono a nadie por la razón que fuese. Mi profunda y característica voz, mi gusto por cantar, mi herramienta de trabajo, se había ido. Era una auto-tortura diaria. Y en cuanto me daba cuenta que mi voz no existía, simplemente me soltaba a llorar sin dejar de pensar en ello todo el día. Caer dormido. Repetir al día siguiente.
Sabía perfecto que no iba a ganar nada deprimiéndome y nadie me iba a sacar de esa depresión. Así que simplemente una mañana, ya que habían pasado dos meses y con un viaje que tenía pagado y programado de trabajo a Brasil que aún no había cancelado, decidí que, aunque mudo, debía realizar ese viaje y comenzar a ocupar mi cabeza con otras cosas.
Mudo. Pero entretenido. Y activo, que es lo mejor para combatir la depresión.
La prognosis era incierta aún para los médicos, dado que nunca me tomé la medicación que me indicaron. Incluso la Foniatra me dijo que como había pasado mucho tiempo y estaba "forzando mi voz", eso generaría cicatrices internas que al final provocan más daño aún y que mi condición era de "incierta" a permanente. Y eso sonaba peor que mi maltratado hilacho de voz.
THE NAMM SHOW - La revelación
Cada año, en Enero -con excepción del 2021 por la ahora histórica pandemia-, se realiza en Anaheim, California ,el NAMM Show, que es el mayor “Trade show” (como una expo, pero solo para miembros de la industria) de audio en USA y ahí uno se reúne con todos sus clientes del mundo en persona y se habla de negocios y se le da forma a los planes de ese año que recién comienza. Es una delicia estar ahí y convivir con todo mundo, además de lo vital que es para la industria que tanto amo y de la que vivo.
Y, como era de esperarse, el 2018, a ocho meses de haberme lastimado, asistí, como cada año desde el año 2001.
Tuve que estar en el NAMM los 4 días que dura, tratando de hablar aunque sea lo básico con mis clientes y con un remedo de voz que al inicio de los primeros días comenzaba débil e iba empeorando con el transcurso del día por mis vanos intentos de “hablar más fuerte” debido al ruido.
Y sin embargo, lleno de sorpresa, con el paso de los días encontré que a pesar de todo, al final del día mi voz estaba más clara. ¿A qué se debía? Resulta que las cuerdas vocales son un músculo. Y los músculos se atrofian si no los usas. Hay que ejercitarlos. Y aunque no fue la mejor terapia en el momento, me quedó en claro el camino a seguir.
Ya activo de nuevo en mi trabajo y con mi nueva limitación, lo que me quedaba por hacer, si quería recuperar mi voz, era re-aprender a hablar, a utilizar mejor el aire para proyectar un poco más eficientemente el débil susurro que tenía por voz, respirando con el diafragma, usando la técnica de canto que aprendí de diversos maestros cuando joven. Y fue hasta entonces que comencé a tener de regreso algo semejante a una voz.
¿Cantar? En esos momentos ni en sueños. Solo con falsete, que por cierto se volvió muy potente. Hey, ¡al menos podría cantar en un tributo a los Bee Gees!
Así, poco a poco y vocalizando con frecuencia, iba escuchando avances en mi voz diaria, pero también en la voz de canto. Había cierto rango en que era casi imposible hacer que las cuerdas afinen una nota y otros en que podía hacer lo que quisiera.
Ejemplo clarísimo: al intentar cantar "Crimen" de Cerati me era imposible afinar. Se escuchaba a "el gallo claudio" cada que intentaba cantar. Extraño. Pero entonces comencé a explorar canciones con voces más graves... o más agudas... y así mi garganta se comenzó a abrir.
Fue hasta Noviembre del 2018 que me arriesgué a volver a cantar en vivo por primera vez en 19 meses, con la banda de un amigo en la cual he sido músico invitado en su show tributo a Pink Floyd. Toqué guitarra acústica y canté en 3 temas que usualmente interpretaría a ojos cerrados y sin ensayar, pero ésta vez fui nervioso, súper ensayado y anhelando poder cantar esos temas decorosamente.
No salió todo bien. Pero no salió todo mal.
Y de ahi en adelante, la recuperación fue parcial pero positiva, en “baby steps”.
¿El secreto? Literalmente nunca rendirme.
POR FAVOR: No quiero que la moraleja sea "No tomen medicación". Mi decisión no fue evitar medicación alópata y entonces mejor tomar medicación "alterna
o naturista". Nada de eso.
Simplemente decidí no tomar una medicación que sé me iba a dañar otras cosas por las cantidades altísimas que me estaban recomendando, algo con lo que mi doctora de cabecera estuvo de acuerdo. No
hay NADA específico para la desinflamación de la zona. Nada. Ningún té o miel funcionará.
Tuve que entender y aceptar que "mi voz de antes" ya no existía. Eso es tiempo pasado y fue la parte más difícil de superar.
Y al no funcionar ninguna medicación, la única opción fue ponerme a vocalizar. El camino largo, pero seguro: Vocalizar. Vocalizar. Cantar. Grabarme. Intentarlo de nuevo.
De verdad, nunca rendirse.
Y todo, sin haberme expuesto a ese tratamiento que estoy seguro me habría traído consecuencias nefastas al corto o mediano plazo. ¡Estoy limpio!.
...Y no, queridos amigos creyentes en las "Constelaciones Familiares" y la Orinoterapia: NO “se me habían tapado los chacras por callarme algo importante”
ni porque "mi ruta ancestral así lo determinó". Y siempre hallé de pésimo gusto que ante mi daño, me salieran con alguna teoría absurda de "sanadores energéticos". Por
favor ¡No lo hagan!
El único camino que me quedó, fue el esfuerzo, la vocalización, y sobre todo la paciencia y genuino deseo de no rendirme y salir adelante.
Ahora bien, no los quiero engañar:
Nunca fui ni me consideré "el mejor cantante del mundo". Pero ¡Hey! Durante mi gira con el grupo Chileno "La Ley" en donde fui su tecladista y Director Musical, también le hacía todos los coros en vivo a Beto Cuevas. Eso no habla tan mal de mi. Y grabé discos con mi propia banda WoM y he sido cantante principal o invitado de muchas bandas y proyectos. Así que con mucha modestia y humildad reconozco que sin ser el gran cantante, también entiendo que hay gente a la que mi voz le gustaba, tanto cuando hablaba, como al cantar.
Y yo, personalmente, amo cantar.
La pandemia detuvo lo que fue mi vida por 20 años. Dejé de viajar y comencé a hacer mis "clínicas" por internet. Hubiera hecho muy mal en no aprovechar en algo productivo todo este tiempo extra en casa -y que no teníamos idea cuanto iba a durar- así que comencé a vocalizar prácticamente a diario, a solas en mi casa, por las noches.
Una de esas noches, entre aburrimiento o curiosidad, se me ocurrió darle “Live” en Facebook, como cuando hacía mis clínicas, mientras vocalizaba junto a pistas de Karaoke de YouTube o algunas que yo ya tenía. Y para mi sorpresa, se conectaron unas 4 o 5 personas, quienes no decían nada, pero ahí estaban, viéndome.
Seamos brutalmente honestos: mi voz era verdaderamente espantosa. Yo en verdad estaba luchando noche tras noche por “cantar”, probando diferentes temas que provocaran que mi voz saliera. Todo era falsete. Pero a pesar de ello, esas 4 o 5 benditas personas que, supongo estaban igual de consternados por la cuarentena y aburridas, escuchaban mis pequeñas sesiones que en ese entonces consistían en solo unas cuantas canciones. De igual manera entiendo que pues al menos sonaba muy bien todo y la música al menos era buena y aunque yo cantara horrible, se entretenían escuchando a alguien intentar cantar canciones que seguramente les gustaban también porque mi estilo era claro: ¡Arriba los ochentas y noventas!. Igual tengo alma de payaso y algo habré dicho que les pareció entretenido y cada vez que me conectaba, siempre había gente viéndome.
Gracias, por millones, a quienes hayan sido quienes me acompañaban en esos días.
Con el paso de las semanas, comencé a ponerle un horario y mayor duración a mis sesiones. Y como mencioné, las cuerdas vocales son un músculo que reacciona cuando lo ejercitas. Y con el paso de los meses, la mejoría en mi voz comenzó a ser muy notoria.
Todo evolucionó al grado que en mi página de Facebook, transmití en forma de "show" de casi tres horas, mis sesiones de vocalización, llamadas "Rockuerdos", para cantarle a quienes estén conectados y me quieran escuchar y hacer personales homenajes al rock clásico, a mis tiempos con La Ley y otros artistas con quienes he trabajado, al pop y rock en español de los años 80s y 90s y en diferentes formatos, como sólo con guitarra acústica, o eléctrica, o con piano... o con todo en la misma noche.
A mediados del 2022 finalmente di por terminada la temporada de "Rockuerdos"
como programa semanal, dado que mi rutina comenzaba a ser más tipo pre-pandemia y volví a mis viajes de trabajo y me era imposible asegurar tocar cada semana en un determinado día. Además, la
pandemia estaba pasando y la gente ya casi no se conectaba y así llegó al final mi "programa". Fue lindo mientras duró y aprender a tocar para "nadie" (en persona) es raro, pero se le llega a
tomar el gusto.
En estos días, sigo vocalizando solo en casa y ocasionalmente solamente por el gusto de estar en contacto, he seguido lanzando mi voz a la red de vez en cuando y feliz de que que me escuche
quien guste, así sean 5 personas de nuevo, se los agradezco siempre con todo el corazón.
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EN RESUMEN
Hasta el día de hoy, entiendo que una de mis cuerdas vocales está paralizada y eso es lo que impide que mi voz module bien y tenga fuerza. Tengo la resolución de buscar una opción médica (cirugía) que me ayude a mejorar un poco más pero eso será un poco más adelante.
Pero en este momento, la realidad es que mi voz está dañada. No puedo hablar "fuerte" y si voy a donde hay el mínimo ruido de fondo o música un poco alta en volumen, yo no podré decir palabra.
Tengo una voz delgada y débil que no tiene nada que ver con la voz varonil que me conocieron hasta Mayo del 2017. Esa batalla está totalmente perdida y como dije, lo más difícil fue aceptar este hecho.
Sigo trabajando en recuperar lo más posible mi voz, aunque más bien, más que "recuperar" mi voz, terminé creándome una voz nueva. Y no puedo estar más feliz con el resultado. NO QUEDÉ MUDO Y LEJOS DE EMPEORAR, HE MEJORADO MUCHO. Este "hilito" de voz me permite trabajar, vivir, comunicarme. Y en un buen día, me permite cantar.
Aunque aún puedo cantar, ya no me interesa hacerlo profesionalmente. Pero durante este proceso, en la pandemia, mantuve mi mente ocupada y de paso entretuve a mis amigos y amigas de todo el continente quienes de otro modo jamás me hubieran escuchado o visto en vivo.
Todo ha sido Ganar-Ganar.
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* Si llegaron hasta el final de esta nota, se los agradezco en el alma. Espero mi historia tenga alguna moraleja o lección que aprender o sirva como nota de precaución para todos.